Lo más importante
- Donald Trump firmó una orden ejecutiva que pretende modificar el proceso de acreditación de las universidades de Estados Unidos.
- Además de este proyecto principal, el mandatario firmó otras cinco órdenes que tienen como objetivo modificar el sistema educativo del país.
- La acreditación universitaria es un proceso clave que condiciona el acceso a la ayuda financiera procedente del gobierno.
Trump presiona a las universidades: Amenaza con cambios en procesos de acreditación

Si te atreves a desafiar o cuestionar las iniciativas de Donald Trump, eso te convertirá automáticamente en un rebelde. Será mejor que estés preparado para ser blanco de los ataques y las descalificaciones del mandatario. Hasta hace algunos meses, todo se limitaba a respuestas agresivas a través de su red social. Desde que llegó a la Casa Blanca, su brazo es más largo y se regodea del poder que ostenta como figura presidencial.
Este miércoles, Donald Trump firmó una orden ejecutiva para modificar el proceso de acreditación de las universidades. Aunado a ello, signó otras cinco órdenes que tienen como finalidad transformar el sistema educativo de raíz. ¿Todo esto es para mejorar? En su discurso, las propuestas son para acabar con el impacto de la ideología progresista en la educación de Estados Unidos. Sin embargo, muchos sectores miran en estas iniciativas una presión incesante contra las universidades que se niegan a acatar sus lineamientos.
Donald Trump adelanta cambios en la acreditación, un proceso fundamental que condiciona el acceso de las universidades al financiamiento público. No es casualidad que la orden ejecutiva llegue una semana después del congelamiento de 2,200 millones de dólares a la Universidad de Harvard, institución que se negó a adoptar nuevas políticas que consideró transgresora de sus principios y de las libertades fundamentales de la gente en Estados Unidos.
La secretaria del Departamento de Educación de Estados Unidos, Linda McMahon, respaldó al presidente Donald Trump al asegurar que el sistema de acreditación de las universidades está descompuesto. Por ello, es crucial dar pasos oportunos y eficaces que ayuden a crear un mercado educativo competitivo y que esté basado en el mérito. El mandatario envía señales claras hacia Harvard de que tiene suficientes herramientas como para poner a la institución contra las cuerdas.
Transparencia sobre las donaciones extranjeras

Entre las otras órdenes ejecutivas firmadas por Trump, sobresale una orientada a garantizar la transparencia de las donaciones extranjeras. La administración actual busca que las universidades revelen públicamente de dónde provienen y los montos que reciben de entidades de otros países. Según las palabras del secretario de personal de la Casa Blanca, Will Scharf, existen sospechas de que instituciones como Harvard han violado la ley existente en la materia.
McMahon aseguró que seguir el rastro del dinero ayudará a sacar conclusiones de forma rápida e irrebatible. Es importante, a juicio del presidente, frenar la infiltración extranjera difamatoria.
Un reporte divulgado por el diario The New York Times señala que Harvard empieza a sentir el temblor por las hostilidades del gobierno. Fuentes internas dicen que varios líderes estudiantiles, así como donantes importantes de la institución, presionaron a los directivos para que trate de construir un acuerdo con la administración. Sin embargo, la imagen que se ha instalado en la opinión popular es la de Harvard como un faro de resistencia.
El enfrentamiento interno en Harvard sería algo real. Hay donantes pesados que consideran un error enfrentarse frontalmente a Donald Trump. Entre ellos, estaría el millonario petrolero Len Blavatnik, quien dejó de donar dinero a la institución académica por su descontento con la situación. Sin embargo, una fuente cercana al empresario reveló que las donaciones a Harvard habían sido reanudadas. Esta sensación de disconformidad por la crisis con el gobierno también habría tensado las relaciones con otros donantes.
El pasado martes, más de 100 universidades de Estados Unidos condenaron la postura de Donald Trump, acusándolo de interferir políticamente en el sistema educativo. La carta califica la presión del gobierno como una intrusión descarada, la cual utiliza el tema de financiamiento como la prensa para obligar a las instituciones a ajustarse a sus nuevas políticas y normas.
“Hablamos con una sola voz contra la intervención gubernamental sin precedentes y la interferencia política que ponen en peligro la educación superior estadounidense (…) Estamos abiertos a reformas constructivas y no nos oponemos a la supervisión legítima del gobierno. Sin embargo, debemos oponernos a la intrusión indebida del gobierno (…) Debemos rechazar el uso coercitivo de fondos públicos para la investigación”.
Mientras tanto, los cercanos a Trump continúan con sus acusaciones contra las universidades más prestigiosas. Aseguran que han hecho muy poco para combatir el antisemitismo, aunado a que han permitido que la élite educativa se incline hacia una ideología izquierdista.
Opinión Editorial: Que Trump no meta mano
Las reformas educativas siempre deben estar en curso. Institución educativa que no se mejora va contra natura. Las universidades de Estados Unidos, especialmente, las que gozan de tal renombre como Harvard, están urgidas de cambios que garanticen el respeto de las libertades y los derechos fundamentales, sin embargo, no queremos que sea Trump quien encabece las reformas estructurales profundas.
No debemos tildar de locos revoltosos a quienes acusan a Trump de querer intervenir directamente en las universidades. Su discurso va de la mano de iniciativas que amenazan con desaparecer programas de diversidad, además de vigilar la ideología de los estudiantes extranjeros. El corte del financiamiento es una de sus amenazas preferidas. El mandatario ya doblegó a la Universidad de Columbia, un golpe difícil de asimilar. Solo esperamos que las universidades resistan los embates de una administración que no deja de declarar guerras en todas partes.
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