México está a pocos días de vivir una nueva elección presidencial. La oposición parece tener una misión imposible por delante, pero eso es solo una impresión personal. Este domingo, se llevó a cabo el Segundo Debate y las cosas fueron distintas a la primera edición. La candidata opositora salió más bravía y aguerrida, pero tampoco se fue limpia. Claudia Sheinbaum, candidata de la Coalición Sigamos Haciendo Historia, llamó a Xóchitl Gálvez “la candidata corrupta”.
En primera instancia, puede parecer poca cosa. Sin embargo, rompió un poco el hilo de Sheinbaum de no inmutarse ante los ataques insistentes de la hidalguense. Durante la mayor parte del debate, la exjefa de Gobierno de la Ciudad de México mantuvo la línea. Sin embargo, decidió responder en la recta final. Fue un comentario que dio en el blanco, pero que generó diversas reacciones entre analistas, espectadores y el electorado en general.
“Vamos a hablar más todavía de la ‘priandilla inmobiliaria’. Cuando fue jefa delegacional en la Miguel Hidalgo aprobó en esta plaza tres pisos ilegales a cambio de contratos ilegales para su empresa. Aquí, la única que dañó al medio ambiente y extorsiona es la candidata del PRIAN, la corrupta”.
Se ve que le pegó duro o que le dolió a Xóchitl el mote de “la corrupta”. ¿Por qué? No tardó un segundo en ocupar su siguiente intervención para apelar al extendido hashtag que ha inundado las redes sociales durante las últimas semanas. La representante de la coalición Corazón por México se defendió diciendo que entonces a ella le tocaría llamarla la Narcocandidata.
¿Le conviene a Claudia Sheinbaum un intercambio de descalificativos?
A lo largo de las campañas electorales, la candidata Claudia Sheinbaum ha decidido no enfrascarse en intercambios con Xóchitl Gálvez. Siguió una dinámica similar en el primer debate, ayudada por la ineficacia y los nervios de la representante de PRI-PAN-PRD. Sin embargo, la subida de tono de su rival la llevó a plantarle cara con un descalificativo directo. Dio la sensación de que Gálvez tampoco lo esperaba.
En el contexto de los debates presidenciales, Sheinbaum podría haber adoptado una estrategia de doble filo. Por un lado, responder a los ataques en esta clase de eventos que buscan ganar la simpatía popular le podría ayudar a fortalecer su imagen y reafirmar su credibilidad. En todo caso, demuestra que está lista para enfrentar críticas y defender sus posturas.
De la misma forma, sirvió para que Sheinbaum clarificara algunos de los señalamientos directos contra su patrimonio y las acciones durante su gestión como Jefa de Gobierno de CDMX. Pero ¡atención!, esta estrategia se debe llevar a cabo de manera cuidadosa, pues podría llevar a la candidata oficialista a un terreno de mayores riesgos. Los pasos en falso a estas alturas de las campañas podrían ser costosos.
En primer lugar, Claudia Sheinbaum podría distraerse y no enviar el mensaje central de su campaña. Asimismo, gasta tiempo que bien podría ocupar para discutir o presentar propuestas sustanciales. También existe el peligro de que luzca demasiado defensiva o reactiva, lo que podría no ser del agrado de algunos votantes. Este es un escenario probable, especialmente, cuando se debaten temas sensibles y polarizantes entre el electorado.
En pocas palabras, defenderse es algo necesario para proteger la reputación. Sin embargo, Claudia Sheinbaum no puede excederse en ello, ya que podría entrar en un juego que, en vez de mantener las tendencias, podría darle margen para crecer en las preferencias a su rival.
Su ventaja es tan amplia en las encuestas que daría la sensación de que ignorar los ataques es la estrategia más efectiva, limitando estas respuestas al mínimo y, siempre y cuando, el ataque más punzante esté bien construido.
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